miércoles, 24 de febrero de 2010



MUERTE SIN FIN
(fragmento)
José Gorostiza

Lleno de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga,
mentido acaso
por su radiante atmósfera de luces
que oculta mi conciencia derramada,
mis alas rotas en esquirlas de aire,
mi torpe andar a tientas por el lodo;
lleno de mí –ahito- me descubro
en la imagen atónita del agua,
que tan sólo es un tumbo inmarcesible,
un desplome de ángeles caídos
a la delicia intacta de su peso,
que nada tiene
sino la cara en blanco
hundida a medias, ya, como una risa agónica,
en las tenues holandas de la nube
y en los funestos cánticos del mar
-más resabio de sal o albor de cúmulo
que sola prisa de acosada espuma.
No obstante –oh paradoja- constreñida
por el rigor del vaso que la aclara,
el agua toma forma.
En él se asienta, ahonda y edifica,
cumple una edad amarga de silencios
y un reposo gentil de muerte niña,
sonriente, que desflora
un más allá de pájaros
en desbandada.

En la red de cristal que la estrangula,
allí, como en el agua de un espejo, se reconoce;
atada allí, gota con gota,
marchito el tropo de espuma en la garganta
¡qué desnudez de agua tan intensa,
que agua tan agua,
está en su orbe tornasol soñando,
cantando ya una sed de hielo justo!
¡Más qué vaso –también- más providente
éste que así se hinche
como una estrella en grano,
que así, en heroica promisión, se enciende
como un seno habitado por la dicha,
y rinde así, puntual,
una rotunda flor
de transparencia al agua,
un ojo proyectil que cobra alturas
y una ventana a gritos luminosos
sobre esa libertad enardecida
que se agobia de cándidas pasiones!



ENIGMA DE VIVIR
Anónimo de Chalco,
Cantares mexicanos


No es verdad que vivimos,
no es verdad que duramos
en la tierra.
¡Yo tengo que dejar las bellas flores,
tengo que ir en busca del sitio del misterio!
Pero por breve tiempo,
hagamos nuestros los hermosos cantos.
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Sólo el canto es nuestra gala:
destruyen nuestros libros los nobles guerreros.
Haya gran deleite aquí:
nadie tiene casa propia en la tierra:
¡totalmente dejaremos las bellas flores!
Nadie agotará tu dicha, oh autor de la vida:
bien lo comprende mi corazón:
por muy breve tiempo la tienes prestada.
Oh Netzahualcóyotl, no por vez segunda
venimos aquí: nadie tieme casa propia en la tierra:
no por segunda vez venimos a la tierra.
Yo cantor lloro al recordar a Netzahualcóyotl.
¡Ven, llega hasta acá!
¡Lloro al recordar a Netzahualcóyotl!



SED DE INMORTALIDAD
Netzahualcóyotl
Cantares mexicanos

Me siento fuera de sentido,
lloro, me aflijo y pienso,
digo y recuerdo:
¡Oh, si nunca yo muriera,
si nunca desapareciera!...
¡Vaya yo donde no hay muerte,
donde se alcanza victoria!
Oh, si nunca yo muriera,
si nunca desapareciera...

Oh, si nunca yo muriera,
si nunca desapareciera...

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